lunes, 28 de marzo de 2011

Howl (Aullido): Un Híbrido Más Que Interesante

"He visto las mejores mentes de mi generación destruidas por
la locura, hambrientas histéricas desnudas,
arrastrándose por las calles de los negros al amanecer
en busca de un colérico pinchazo,
hipsters con cabezas de ángel ardiendo por la antigua celestial
conexión con el estrellado dínamo de la maquin-
aria nocturna
que pobres y harapientos y ojerosos y drogados
pasaron la noche fumando en la oscuridad sobrenatural"...


Así empieza el poema Aullido (Howl) que Allen Ginsberg leyera en público por primera vez el 7 de octubre de 1955 en la Six Gallery de San Francisco y así empieza la película Howl (Aullido) escrita, dirigida y producida por los documentalistas Rob Epstein y Jeffrey Friedman.

En esta primera lectura de 1955, se hallaba entre el público el editor Lawrence Ferlinghetti quien, al día siguiente, envió un telegrama a Allen Ginsberg ofreciéndole publicar Howl and Other Poems en la colección Pocket Poets de su editorial.

Dos años más tarde, un policía compró una copia de Howl and Other Poems en la librería que el editor poseía y esto provocó el arresto de Ferlinghetti y del dependiente del establecimiento. Los cargos contra el dependiente fueron retirados pero el editor fue llevado a juicio por obscenidad.

En la película, Epstein y Friedman, muy amablemente, sitúan a Ginsberg en su casa, siendo entrevistado por un periodista mientras tiene lugar el proceso. Lo cierto es que, mientras Ferlinghetti luchaba por la libertad de expresión y por la suya propia (corría el riesgo de ir a la cárcel) Ginsberg se fue varios meses a Tanger (Marruecos) con otros dos miembros de la Beat Generation, William Burroughs y Jack Kerouac.

En 2002, Rob Epstein y Jeffrey Friedman decidieron hacer un documental sobre Howl que debería estrenarse en 2005 (50 aniversario de la primera lectura del poema) o en 2007 (50 aniversario del juicio).

El problema con que se tuvieron que enfrentar los documentalistas a la hora de planificar Aullido es habitual en muchas historias interesantes del pasado: no hay apenas imágenes con las que trabajar. El juicio no se filmó, así que no contaban con material audiovisual del mismo. En cuanto a una entrevista con el fallecido Allen Ginsberg que sirviera de base al documental, era imposible de realizar por razones obvias.

Habían oído hablar de una entrevista que coincidía con las fechas del proceso: Al parecer, Time envió, en 1957, a uno de sus periodistas a Roma, a donde voló Ginsberg desde Tanger para realizar una entrevista. Pero esta nunca se publicó y los documentalistas no pudieron localizarla. Como les parecía que podía ser un buen hilo conductor de la historia, decidieron recrear la entrevista con fragmentos de otras que el poeta concedió en aquella época hablando sobre:

- El proceso de escritura de Howl: "Tenía miedo de lo que pensaría mi padre sobre lo que yo escribiera. En cierto punto, escribiendo Howl, asumí que lo que yo escribía no sería publicado porque no quería que mi padre viera lo que había ahí. Entonces, como no sería publicado, podía escribir lo que yo quisiera".

- La literatura: "Hay un montón de escritores que tienen ideas preconcebidas sobre lo que se supone que la literatura debe ser. Pero sus ideas parecen impedir todo aquello que es más interesante en una conversación espontánea: su homosexualidad, su soledad, sus neurosis, sus tonterías, su vulgaridad o, incluso, a veces, su masculinidad. Porque ellos piensan que van a escribir algo que suene como lo que ellos han leído antes, en lugar de sonar como algo propio o que venga de sus propias vidas".

- La poesía: La poesía, generalmente, es una articulación rítmica de sentimientos. Y el sentimiento es un impulso que empieza dentro. Como el impulso sexual. Casi tan definido como eso. Es un sentimiento que empieza en la boca del estómago y sube a través del pecho y sale por la boca y los oídos. Y... surge como un canturreo, un gemido o un suspiro".

Lo que, en un principio, iba a ser un documental, se convirtió al final en un híbrido de documental, docudrama y animación. Epstein y Friedman desarrollan Howl utilizando cinco líneas distintas:

- La supuesta entrevista a Allen Ginsberg (James Franco).

- La primera lectura pública del poema, dramatizada al no haber imágenes filmadas de la misma.

- Flashbacks biográficos sobre Allen Ginsberg, dramatizados y acompañados de imágenes de archivo de la época.

- Dibujos animados que ilustran el texto en off del poema.

- El juicio contra Ferlinghetti (Andrew Rogers) dramatizado.


A pesar de que Epstein y Friedman cuentan en su haber con varios Oscars y Emmys por algunos de sus documentales, tardaron años en conseguir distribuidor para Howl y no pudieron estrenar en las conmemoraciones de 2005 o 2007.


Hasta 2010, en la apertura del Sundance Film Festival, no lograrían que la película se exhibiera en público.

lunes, 21 de marzo de 2011

¡Alló, Alló!, Una Serie A Recuperar

¡Alló, Alló! está considerada una de las mejores series cómicas producida por la BBC en toda su historia. Realizada entre 1982 y 1992, consta de 85 episodios y los años no han pasado por ella: sigue siendo una excelente sitcom con personajes, chistes y situaciones absolutamente actuales.

Creada por los guionistas David Croft y Jeremy Lloyd, ¡Alló, Alló! está situada en un pequeño pueblo francés, Nouvion, durante la ocupación nazi en la Segunda Guerra Mundial.

Cuando David Croft y Jeremy Lloyd se plantearon crear ¡Alló, Alló!, su intención era parodiar las series y películas basadas en la Segunda Guerra Mundial. En particular la serie de la BBC Secret Army (1977-1979), que trataba sobre una red de resistentes que ayudaba a pilotos aliados a volver a Gran Bretaña y cuya base estaba en un café de Bruselas. Elementos y situaciones de Secret Army son utilizados en ¡Alló, Alló! e incluso algunos actores trabajaron en las dos producciones.

El protagonista de ¡Alló, Alló! es René Artois (Gorden Kaye), dueño de un café que regenta junto a su esposa Edith (Carmen Silvera).

A René las cosas no le van mal: tiene sus chanchullos con el Coronel Von Strohm (Richard Marner) y con su ayudante el capitán Gruber (Guy Siner) y estos le proveen de gasolina, parafina, mantequilla, y otros productos a los que, debido a la guerra, el resto de la población no tiene acceso. Gracias a la guerra, su establecimiento prospera debido a su numerosa clientela: los militares nazis. El tabernero está liado con dos de sus camareras y se las arregla para que ninguna de ellas, ni su mujer, se enteren. La suegra de René vive con ellos pero se pasa el día encerrada en su habitación de la buhardilla, lo que ayuda a que la felicidad del protagonista sea completa.

La tranquilidad de René acaba el día en que la Resistencia decide utilizar el café como piso franco para esconder a aviadores aliados caídos en Francia, a la espera de poder devolverlos a Gran Bretaña. Por otro lado, El coronel Von Strohm le pide que oculte en la bodega del establecimiento una pintura robada (la Virgen Caída de los grandes melones) que planea vender cuando acabe la guerra. El problema es que Hitler quiere esa misma pintura y ha enviado a Nouvion a un agente de la Gestapo, Otto Flick (Richard Gibson), para encontrarla.

Los días de calma han acabado para René Artois: Si el agente de la Gestapo se entera de que él tiene escondida la Virgen Caída de los grandes melones, le fusilará. Si la Resistencia se entera de sus buenas relaciones con el Coronel Von Strohm y el Capitán Gruber, le fusilará. Si los nazis se enteran de sus relaciones con la Resistencia, le fusilarán. Si su mujer se entera de que está liado con la camarera Ivette (Vicki Michelle), le pegará un tiro. Si Ivette se entera de sus relaciones con la camarera María (Francesca Gonshaw), más le vale pegarse un tiro...

¡Alló, Alló!, una serie a recuperar. Una serie digna de verse.

domingo, 13 de marzo de 2011

Rebeca: La Negación Y La Carencia

Pocos personajes de la historia del cine tienen la contundencia de Rebeca, la antagonista de la primera película americana de Alfred Hitchcock (Rebecca, 1940). Una antagonista que no sale en un solo fotograma de la cinta y que, a pesar de ello, devora totalmente a la protagonista (Joan Fontaine) durante los dos primeros actos de la historia y planta una dura batalla en el tercero, antes de ser derrotada.

La fuerza del guión de Rebeca (adaptación de la novela de Daphne du Maurier escrita por Robert E. Sherwood, Joan Harrison, Phillip MacDonald y Michael Hogan) se basa, en gran parte, en la negación y en la carencia.

La negación, porque la protagonista de la película se caracteriza más por lo que no es que por lo que es. No es nada de lo que fue Rebeca: No es brillante, elegante, inteligente, promiscua, egoísta, independiente, arrogante... Se diría que Maxim de Winter (Laurence Olivier) ha buscado en ella el negativo de su primera esposa, Rebeca.

Sigue la negación cuando, durante gran parte de la película, se alude a un espacio que no se ve, la habitación de Rebeca: la señora Danvers (Judith Anderson) habla de ella a la protagonista asegurándole que es el mejor dormitorio de la mansión, se nos recuerda que aún no conocemos ese espacio cada vez que la protagonista pasa ante su puerta y la cámara se detiene para mostrarnos la puerta cerrada y al perro tumbado ante ella, como si aguardase a Rebeca.

Y todo el argumento es una negación porque se basa en un pasado que no vemos, que sólo atisbamos a través de lo que cuentan los personajes y de lo que parece torturar a Maxim de Winter.

La carencia es otra cualidad básica de la protagonista: Carece de experiencia, de carácter, de madurez, de seguridad en sí misma... Hasta carece de nombre: no se le nombra en toda la narración.

En Rebeca hay carencia de una antagonista física, cuya ausencia la convierte en omnipresente gracias a los objetos: La "R" en las servilletas, en los pañuelos, en la manta del cobertizo, su agenda... Y gracias a los espacios: Su habitación, su escritorio, el cobertizo...

El habitación de Rebeca y el cobertizo rebelan las dos facetas predominantes del personaje: La habitación es el dormitorio de una gran dama, de una mujer de gustos caros y educación refinada. El cobertizo es el gabinete de una cortesana, el lugar donde recibe a sus amantes.

Un tercer elemento convierte a la fallecida Rebeca en el personaje más contundente de todo el guión: El modo en que los demás personajes reaccionan ante su recuerdo:

La manera en que reacciona, por ejemplo, la protagonista, tímida y desgarbada, con aire de ratoncito asustado al que todos y ella misma comparan con la hermosa y segura Rebeca. Que se casa en un ayuntamiento de pueblo, vestida de calle y sin celebración; que llega a Manderley un día de lluvia, despeinada y mojada, para encontrarse con un ejército de criados en formación para recibirla... Que, cuando suena el teléfono y preguntan por ella, contesta: "¿La Sra. de Winter? Creo que se ha equivocado: La Sra. de Winter murió hace un año".

La protagonista no está segura de ser la Sra. de Winter y la Sra. Danvers tampoco la considera como a tal. Así lo expresa el primer día, cuando le enseña su dormitorio y le recalca que ese no es el que usaba Rebeca sino una habitación que antes "sólo se utilizaba para invitados de paso".

Qué gran personaje, la Sra Danvers: Mirada y perfil de pájaro, expresión de lechuza, las manos siempre juntas ante sí como las garras de un ave sobre la rama de un árbol. La Sra Danvers es el personaje que nos muestra la parte brillante y triunfadora de Rebeca, sus éxitos sociales, su capacidad de seducción sobre los hombres y sobre ella misma... La Rebeca de la que "nadie logró nada nunca ¡nunca! Fue abatida al final. Pero no fue un hombre ni una mujer: Fue el mar".