Existen muchas clases de cine como existen cineastas con diferentes objetivos a la hora de encarar su trabajo:
Hay un cine preocupado por la estética, la belleza y por merecer el apelativo de "séptimo arte". Otro, en cambio, pretende potenciar las sensaciones viscerales y el vértigo momentáneo, como es el caso de las películas de aventuras, acción, thrillers... Existe un cine analítico que propone estudiar las vivencias humanas y reflexionar sobre ellas. También existe el cine contra el olvido que, más que buscar la belleza plástica o la poesía en sus imágenes y diálogos, quiere ser cronista de hechos históricos y sociales para que no se pierdan en el olvido historias dignas de ser recordadas. La película italiana Sacco e Vanzetti pertenece a esta clase de cine.
Sacco e Vanzetti, escrita por Fabrizio Onofri y Ottavio Jemma y dirigida por Giuliano Montaldo en 1971, es un docudrama que se centra en el juicio de Nicola Sacco (Riccardo Cucciolla) y Bartolomeo Vanzetti (Gian Maria Volonté).
El 15 de abril de 1920 se cometió un robo en South Braintree (Massachussets) en el que resultó muerto un hombre. Las autoridades norteamericanas pensaron que era el momento de dar un escarmiento a los inmigrantes y a los sindicalistas que tenían la osadía de pedir jornadas laborales de menos de 16 horas y salarios lo bastante altos como para no morirse de hambre: decidieron achacar el crimen a los sindicalistas.
Nicola y Bartolomeo eran dos obreros italianos que habían emigrado a Estados Unidos a principios del siglo XX. Sacco era zapatero y Vanzetti vendedor de pescado, como tantos trabajadores, estaban afiliados a un sindicato obrero y eso sería su perdición.
Los dos hombres eran anarquistas y tuvieron la desgracia de que les tocara el premio gordo en esta macabra rifa. Ambos fueron acusados de ser los autores del robo y asesinato de South Baintree.
De poco sirvió que tuvieran sólidas coartadas, que su abogado encontrara a los verdaderos autores del hecho (la llamada Banda Morelli), que demostrara que los testigos que habían declarado en contra de sus defendidos habían mentido presionados por las amenazas del fiscal, que manifestaciones de cientos de miles de personas en numerosas ciudades de Estados Unidos y del extranjero pidiesen justicia para estos dos obreros...
Fueron declarados culpables y condenados a muerte. La sentencia se cumplió en 1927, tras siete años de inútil lucha por demostrar su inocencia.
Medio siglo después, el gobierno norteamericano reconocería oficialmente la inocencia de los dos italianos.