Es muy, muy difícil escribir un guión tan minimalista, tan austero y que este funcione dramáticamente tan bien como lo hace Buried (Enterrado, director: Rodrigo Cortés). Al principio despierta el interés del espectador (relativamente fácil teniendo en cuenta la angustiosa situación del personaje), consigue mantener este interés a lo largo de la historia (lo que ya no es tan sencillo) y lo va acrecentando hasta acabar con ese brillante final en el que la tensión sube como la espuma.
El guionista, Chris Sparling ,no tiene ningún apoyo cuando decide escribir una historia tan desnuda y en la que todo está contado desde el principio. En cuanto empieza el relato nos dicen que el protagonista, Paul (Ryan Reynolds), está en un ataúd porque ha sido secuestrado y que, al final saldrá -o no- de él. No sucede nada más. Nos pasamos hora y media viendo cómo el protagonista intenta salir de ahí.
El hecho de que la historia suceda en un espacio tan reducido impide escribir escenas de lucha, persecución, etc. Tampoco puede haber muchas sorpresas dentro de un ataúd (aunque alguna que otra sí que hay)...
Chris Sparling no se apoya en tramas secundarias, en un antagonista maquiavélico al que el espectador pueda odiar, en flashbacks, en reflexiones ideológicas sobre la guerra de Irak... Ni siquiera trabaja demasiado la identificación del público con el personaje ya que en Buried la identificación del espectador se provoca, sobre todo, con la situación y no con el protagonista, del que poco se dice para que podamos proyectarnos en él. Cualquier guionista habría usado la relación de Paul con su familia para darle una dimensión más humana y que el espectador se implicase más en la suerte del personaje pero Chris Sparling no utiliza ese recurso hasta el tercer acto, cuando hace ya mucho que el espectador está enganchado a la película.
Lo que sí usa magistralmente el guionista es la cuenta atrás, la sensación de que el tiempo se acaba: esa batería de teléfono móvil que disminuye, esa arena que penetra inexorable por las rendijas del ataúd...
Está claro que, si a uno le gusta el buen cine, no debe perder de vista a este cineasta que, seguro, va a darnos muy buenos ratos con sus próximas obras ya sea como guionista o como director.
Chris Sparling ha escrito, dirigido (junto a Raymond Lepré), e interpretado un largometraje (An Uzi At The Alamo, 2005, sobre un joven que anuncia a su familia que se suicidará el día que cumpla 25 años y que, a medida que se acerca la fecha, se siente cada vez más presionado para llevar a cabo su promesa) y un cortometraje (Balance, 2007, sobre una pareja que debe enfrentarse a la muerte de su único hijo) y en estos momentos se encuentra en la fase de post producción su última película como guionista, ATM (Cajero Automático), dirigida por David Brooks.
ATM cuenta la historia de tres compañeros de trabajo que regresan a casa después de una fiesta de Navidad y deciden detenerse en un cajero automático para sacar dinero. Una vez allí, son encerrados por un desconocido y deberán luchar para salvar sus vidas.
Al parecer, a Chris Sparling le gustan los espacios reducidos porque gran parte de ATM sucede en el cajero automático de un supermercado y el resto en el parking del mismo. Seguro que los productores le adoran.
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