domingo, 24 de octubre de 2010

El Misterioso Poder De Atracción De La Cámara


A veces me gusta dirigir documentales sobre personas normales y corrientes en las que creo descubrir algo especial, alguna historia interesante o una manera diferente de ver la vida y/o afrontarla. Cuando conozco a uno de estos individuos que, según la jerga del medio, "tienen un documental" y le planteo la posibilidad de hacerlo, no puedo evitar maravillarme de la rápidez con que acepta que unos desconocidos entren en su casa y en su vida y se dediquen a hacerle preguntas indiscretas, a curiosear y a grabarlo todo con una cámara. Les agradezco mucho la amabilidad con que acogen la idea, claro está, pero no deja de sorprenderme. Como no deja de sorprenderme que la mayoría de sus familiares, amigos y allegados se muestren entusiasmados de participar. Algunas veces, muy pocas, casi nunca, alguien se niega a aparecer en el documental y yo no puedo evitar sentir cierta simpatía por ese individuo con el que (aunque no se lo digo, claro) me identifico totalmente: yo tampoco quiero "salir en la tele".

Que conste que estoy muy agradecida a todas aquellos que han accedido a mostrarme parte de su vida y sus sentimientos ante una cámara y que considero que hacer documentales sobre personas anónimas, sobre gente "real" es una experiencia fascinante.

Pero sigo preguntándome: ¿Qué extraño poder de atracción ejerce la cámara sobre la mayoría de la gente? Aún, cuando se trata de un documental, suele haber un respeto por el protagonista y no se acostumbran a cruzar ciertos límites, mas: ¿Por qué se presentan tantos voluntarios a los castings de los realities, donde van a ser exhibidos como monstruos de feria ("freakies" quiere decir precisamente eso: "monstruitos")? ¿Y los que van a los programas de testimonios a contar lo más escabroso y miserable de sus vidas ante la audiencia? Y, los más ingenuos de todos, esos que, cuando pasan por la calle y ven que se está grabando algo o a alguien, se situan detrás del protagonista y saludan sonrientes con la mano a... ¿a quién, si esa toma va a ser inmediatamente descartada? ¿Por qué tanta gente considera deseable salir, aunque sea unos segundos, en una pantalla de televisión?

A veces pienso que el género humano se divide en dos grandes razas: la de los que se vuelven locos con la posibilidad de aparecer en una pantalla y la de los que se quedan tras la cámara -ya sea esta real o metafórica- y miran el mundo con cierto distanciamiento. Estos últimos son los menos.






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domingo, 17 de octubre de 2010

Spin Off de: REBECA


Hace semanas que no propongo ningún desafío creativo. Ahí va uno: Juguemos a crear un spin off de Rebeca, la célebre película de Hitchcock. Supongo que la mayoría de vosotros la habrá visto (y si alguien no lo ha hecho tovavía ¿se puede saber a qué espera?).

¿Recordáis la señora americana que aparece en el primer acto de la película? Sí, una señora mayor que no para de hablar ni un momento y a las órdenes de la cual trabaja la protagonista de la película como señorita de compañía... (Por cierto: ¿Cómo se llama la protagonista de Rebeca? A ver quien es capaz de decírmelo, je... je, je... )

Bueno, volviendo a lo nuestro: Propongo que hagamos un spin off de ese personaje. Os recuerdo que, en la película, sale sólo en parte del primer acto, cuando los protagonistas se conocen e inician su relación amorosa. Esta señora comenta que tiene que volver a Nueva York para organizar la boda de su hija. Es una señora mandona, cotilla, casamentera y atolondrada a la que le gusta meterse en la vida de los demás y organizársela.

Yo me la imagino volviendo a Nueva York, montando un bodorrio por todo lo alto -justamente todo lo contrario de lo que su tímida y apocada hija y su yerno desearían-, cambiándo los planes de la pareja de ir de viaje de novios a las cataratas del Niágara por una luna de miel cazando gorilas en Kenia. Su yerno intenta impedirlo porque jamás ha cazado y es socio de una protectora de animales pero, por supuesto, la pareja acaba en Kenia con la madre de la novia de acompañante. (La señora ha decidido que esta pareja es tan sosa que, como no vaya ella para organizarles las excursiones, se van a morir de aburrimiento). Y, efectivamente, gracias a la señora (creo que era Mrs. Van Hopper, pero no estoy segura) el joven matrimonio no se aburre durante su luna de miel. El viaje se transforma en una tortura, sobre todo para el recién estrenado yerno -la hija ya está acostumbrada a su madre y lo lleva mejor- pero, en ningún caso, es un viaje de novios aburrido, ¡ni hablar!

¿Cómo puede continuar la historia? ¿Qué les pasa a estos novios en Kenia? ¿Qué hace el recién estrenado marido para marcar su territorio y alejar a su suegra? ¿Cómo reacciona la suegra? ¿Y la hija?

Venga: ¡A pensar un ratito y a espolear esa creatividad que escondéis por algún lado!






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domingo, 10 de octubre de 2010

The Wire: Bajo Escucha


Si digo que unos de los guionistas creadores de la serie, Ed Burns, fue policía en Baltimore durante 20 años y luego se dedicó a dar clases de 7º grado en una escuela pública de la misma ciudad; los que hayáis visto la serie reconoceréis a unos de los personajes de The Wire.

El otro creador, además de productor ejecutivo y jefe de guionistas de Bajo Escucha, David Simon, trabajó como periodista en el Baltimore Sun durante 12 años. Ha creado series como Generation Kill (sobre la invasión de Irak), The Corner, y Treme (sobre la Nueva Orleans post Katrina) en cuyos guiones también ha colaborado Ed Burns.

El currículum de estos dos guionistas antes de que lo fueran ha influido de forma decisiva en The Wire: Se nota que ambos saben de lo que hablan y que han observado de cerca hechos como los que narran, que conocen Baltimore porque han vivido en ella. Muchos de los personajes de Bajo Escucha están basados en personas reales de esta urbe (alguno se interpreta a sí mismo en la serie) y la ciudad es la verdadera protagonista. A medida que transcurre la serie, uno empieza a sentirse como un ciudadano más de ella que sabe diferenciar un barrio de otro y conoce, como si de sus vecinos se tratase, a la gente que la habita ya sean policías, narcotraficantes, obreros, profesores, periodistas... En The Wire no hay malos y buenos: Agentes de la ley, sindicalistas, delincuentes, políticos, etc. son hombres y mujeres corrientes con sus luces y sus sombras, a veces crueles, a veces injustos, heridos y vulnerables.

Esta serie trata, como tantas otras, de investigaciones criminales, delincuentes y bajos fondos pero consigue que el espectador la vea con una sensación de cotidianeidad de la que carecen otras producciones. Su ritmo es tranquilo: cada temporada (son cinco) desarrolla un solo caso que tarda semanas en resolverse y se centra en un tema concreto: La lucha entre la policía y las bandas de narcotraficantes (1ª), El puerto de Baltimore, el contrabando y el final de la clase obrera en Norteamérica (2ª), la política local y la lucha por el poder (3ª), las escuelas públicas y los niños de los barrios marginales (4ª) y los medios de comunicación (5ª).

Como apunte para cinéfilos: Tres de los episodios (Moral Midgetry, 2004; Corner Boys, 2006 y React Quotes, 2008) están dirigidos por Agnieszka Holland, colaboradora en los guiones "Tres colores: Blanco" y "Tres colores: Azul" de Krysztof Kielowski, coguionista y directora de "Europa Europa" y directora de "The Secret Garden" (El Jardín Secreto).






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domingo, 3 de octubre de 2010

Tod Browning, el Cineasta de la Monstruosidad


Atraído por lo extraño, lo monstruoso y peculiar, por lo que la sociedad contempla desde lejos con morbo y aprensión, Tod Browning nos dejó una serie de obras que más allá de los gustos personales (a unos les fascinarán y a otros les provocarán rechazo) son, como mínimo, dignas de verse y tenerse en cuenta: The Unknown (Garras Humanas, 1927); Drácula (1931); Freaks (La Parada de los Monstruos, 1932); Mark of the Vampire (La Marca del Vampiro, 1935); The Devil-Doll (Muñecos Infernales, 1936); Miracles for Sale (1939), etc. son los títulos de algunos de sus films.

Nacido en 1882 en Louisville, Kentuky, USA ; Tod Browning se fugó de su casa a los 16 años siguiendo a la bailarina de un circo, de la que se había enamorado. Esto le llevó a trabajar como payaso, contorsionista, mago, como cadáver viviente en un número de enterramiento en directo... Sin duda fue entonces cuando conoció a muchos de los que luego serían sus personajes: gente con deformidades condenada, en aquellos tiempos, a ganarse la vida como "monstruos" de feria o "fenómenos" de circo y por los que Tod Browning sentía una atracción y simpatía especiales.

Su versión de Drácula (Bela Lugosi), fue su mayor éxito comercial y es hoy día una de las variantes del vampiro de obligada visión para todos los amantes del género del terror y para los cinéfilos en general.

Su obra más conocida es, sin duda, Freaks. Trás su éxito con Drácula, su amigo el actor enano Harry Earles le sugirió la idea de adaptar un relato de Tod Robbins: Spurs (Espuelas), en donde se narra como la hermosa trapecista de un circo se casa con un enano (Harry Earles) planeando matarlo después y heredar su dinero y como este, al enterarse, planea la terrible venganza ayudado por la mujer barbuda, las hermanas siamesas, el hombre tronco y todos los "fenómenos" del circo. La película fue un fracaso en su momento. No gustó ni a los productores ni al público y fue retirada de los circuitos de distribución (en muchos países estuvo prohibida). No volvió a saberse nada de ella hasta los años 60 cuando se distribuyó en Europa y se convirtió en un clásico de culto. Interpretada por personas con deformidades reales, no se utilizaron efectos especiales de caracterización excepto en una escena al final de la película.

The Devil-Doll es otra de sus obras más interesantes. Su argumento es el siguiente: Paul (Lionel Barrymore) es un banquero que, víctima de sus socios y de dos colegas, acaba en la cárcel de la que huirá junto a su compañero de celda, Marcel (Henry B. Walthall) y en cuya casa se refugiará. Allí descubre que Marcel y su esposa tienen una fórmula para reducir la talla a los seres humanos. Muerto Marcel, Paul se disfraza de anciana y bajo el nombre de Madame Manderlip, abre una tienda de venta de muñecos. Se sirve de la fórmula de reducción de tamaño para vengarse de aquellos que le llevaron a prisión.

No se puede decir que las películas de Tod Browning (al menos las que yo he podido ver) sean obras maestras: Sus guiones carecen de estructura, los argumentos son pobres, los personajes son planos y la interpretación (cuando se trata de actores aficionados) deja bastante que desear. Lo que hace que la obra de Tod Browning sea de obligada visión es su forma particular y única de ver el mundo, su mirada sobre la "normalidad" y la "anormalidad", su simpatía por la monstruosidad.





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