A veces me gusta dirigir documentales sobre personas normales y corrientes en las que creo descubrir algo especial, alguna historia interesante o una manera diferente de ver la vida y/o afrontarla. Cuando conozco a uno de estos individuos que, según la jerga del medio, "tienen un documental" y le planteo la posibilidad de hacerlo, no puedo evitar maravillarme de la rápidez con que acepta que unos desconocidos entren en su casa y en su vida y se dediquen a hacerle preguntas indiscretas, a curiosear y a grabarlo todo con una cámara. Les agradezco mucho la amabilidad con que acogen la idea, claro está, pero no deja de sorprenderme. Como no deja de sorprenderme que la mayoría de sus familiares, amigos y allegados se muestren entusiasmados de participar. Algunas veces, muy pocas, casi nunca, alguien se niega a aparecer en el documental y yo no puedo evitar sentir cierta simpatía por ese individuo con el que (aunque no se lo digo, claro) me identifico totalmente: yo tampoco quiero "salir en la tele".
Que conste que estoy muy agradecida a todas aquellos que han accedido a mostrarme parte de su vida y sus sentimientos ante una cámara y que considero que hacer documentales sobre personas anónimas, sobre gente "real" es una experiencia fascinante.
Pero sigo preguntándome: ¿Qué extraño poder de atracción ejerce la cámara sobre la mayoría de la gente? Aún, cuando se trata de un documental, suele haber un respeto por el protagonista y no se acostumbran a cruzar ciertos límites, mas: ¿Por qué se presentan tantos voluntarios a los castings de los realities, donde van a ser exhibidos como monstruos de feria ("freakies" quiere decir precisamente eso: "monstruitos")? ¿Y los que van a los programas de testimonios a contar lo más escabroso y miserable de sus vidas ante la audiencia? Y, los más ingenuos de todos, esos que, cuando pasan por la calle y ven que se está grabando algo o a alguien, se situan detrás del protagonista y saludan sonrientes con la mano a... ¿a quién, si esa toma va a ser inmediatamente descartada? ¿Por qué tanta gente considera deseable salir, aunque sea unos segundos, en una pantalla de televisión?
A veces pienso que el género humano se divide en dos grandes razas: la de los que se vuelven locos con la posibilidad de aparecer en una pantalla y la de los que se quedan tras la cámara -ya sea esta real o metafórica- y miran el mundo con cierto distanciamiento. Estos últimos son los menos.
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